Por Manuela Gómez Quijano*
Theo me muerde la nariz, se rasca las encías en mis brazos. Me busca siempre entre los otros, levanta las manos cuando me ve pasar y deja que yo lo lleve a donde vaya. Si es un día frio caminamos por los corredores de la casa, como si no fuera la casa, como si fuera un parque o un museo. Le muestro los cuadros, este que tiene la cara de un zorro y este que tiene una mujer sembrando, le muestro las plantas de los balcones, el duende de porcelana blanca sobre el mesón de la cocina y él los mira con esos ojos grandes y redondos que yo creo haber tenido alguna vez, los mira y quiere tocarlos y yo lo dejo.
También jugamos en el tapete de colores. Theo abre y cierra cualquier cajita y mete cosas ahí dentro y yo lo miro, y me acerco para poder olerlo y le digo que lo amo, aunque él no entienda todavía esas palabras. Después veo el cielo a través de los cristales de las ventanas. Un pájaro vuela sobre la imagen de las montañas, recorta el cielo que nos toca a esa hora. Así en la distancia, parece un papelito que se le escapó a alguien y que va a cualquier lugar que vaya el viento.
Cuando los ojos le brillan a Theo y se vuelven más negros, pienso que tiene sueño. Lo acuesto en mi cama y me tiendo junto a él. Todavía está mirando las cosas, solo que parpadea cada vez más despacio. Entonces me acerco hasta sentir mis pestañas en sus mejillas, cierro y abro los ojos muy rápido para hacerle cosquillas y entonces él se ríe, se ríe como siempre que vive algo por primera vez.
Estoy pensando en la distancia entre nosotros. Que existe claramente, pero es bastante corta y puede borrarse fácilmente. Por ejemplo, hace un momento antes de que se durmiera, vi mi silueta pequeñita en su pupila. Pienso que nadie está tan cerca de mí ahora como él y es probable que nunca más vaya a estar así tan cerca de otra vida.
*Manuela Gómez Quijano (Colombia, 1985). Publicó el libro de poesía La vida como era, Atarraya 2017. La hora de los satélites, su último poemario, ojalá se publique pronto. Es mamá de Dante y Theo.
**Collage por Clare Celeste