Estoy saliendo del puerperio
Por Emilia Barreda*
Estoy saliendo del puerperio.
Me doy cuenta cuando acomodo la ducha
para entrar a bañarme.
Me saco la bikini, la cuelgo en la canilla,
caen piedritas al piso.
Salgo del puerperio.
Me doy cuenta porque me gusta el olor del jabón,
porque lo elegí a propósito para mí.
Salgo del puerperio,
siento que ahora soy dueña de mi cuerpo,
de mis curvas, de mis poses,
me saco fotos porque me gusta
y porque al fin quiero mostrarme
y me veo bien.
Todo este tiempo,
todos los fantasmas,
todas las vidas que se representaron en mí,
se están apagando.
Todas las cosas con las que crecí,
las ideas,
tener un hijo es:
hipotecar tu vida veinte años,
cuando te olvidás de lo que pasaste, tenés otro,
crié hijos yendo a trabajar.
Todas las cosas
que surcaron las vías
de mi sufrimiento,
todo eso,
se está apagando.
Empezó de a poco,
con una idea:
me gustaría coser, hacer mi ropa,
estar linda,
tener algo lindo qué vestir.
Eso fue una escalera,
un proyecto que subió al cielo,
donde están las cosas lindas
y las ganas de hacer.
Aunque sólo haya cortado los vestidos,
aunque sólo haya subido un escalón,
algo se creó.
Los surcos de los ríos se fueron cubriendo
cuando me llené de otras historias,
de otras maternidades,
de otras mamás,
de otros hijos,
que no eran yo.
Estoy saliendo del puerperio.
Me gusta mi hombre y después
de dos años lo estoy mirando
de nuevo.
Quiero besarlo,
tocarlo,
ser una con él.
En la playa,
mientras nos bañamos en el mar,
con André,
recordé que un verano soñé ser esta mamá.
Bañarme en el mar, sin miedo,
con mi hijo y él.
Amar el mar, ser madre de playa,
volver llenos de arena
a cenar.
Mientras me saco la bikini,
una linda, que me gusta,
y la cuelgo en la canilla,
me doy cuenta
de que soy esa mamá.
Los surcos de las maternidades que conocía
se van borrando.
La mía cava su cauce
con agua salada,
toallas sobre la arena,
mi hombre tostado por el sol,
mi hijo feliz en el agua,
mis ideas hacia el cielo,
el jabón que me gusta,
una selfie al atardecer,
yo, escribiendo.
*Emilia Barreda es de San Fernando, pero vive en París con su marido y su hijo. Cuando puede, lee, escribe, teje y cocina. Cuando no, empuja un triciclo hasta una placita y juega con su hijo hasta que se hace la hora de volver.
** Ilustración maravillosa por Alejandra Arregger.
***Este relato surgió en el marco de los talleres de escritura de Lengua de lava.