Estar embarazada es más raro de lo que pensaba. Por momentos me siento indefensa. Por momentos me siento superpoderosa. Por momentos no sé qué pensar. Hasta que una patadita vuelve real lo que me está pasando. Hay algo nuevo que ya existe y que me recuerda que no se va. Acá está. Ya llegó a ocupar un espacio entre nosotros. Y lloro. No sé por qué pero ahora mismo lloro. Es que es aterrador y fascinante a la vez. Ya no estoy sola. Hay alguien más acá, mientras escribo esto. Soy su primera casa, y quiero serlo para siempre. Quisiera ser el lugar al que vuelve cuando se sienta triste o desolada o simplemente feliz. Quiero que sepa que acá estoy, así como ella me dice ahora que está, que existe, que la realidad se movió, se corrió de su eje pero hacia un lugar mejor. Distinto pero maravilloso. Y ningún cambio tan radical viene sin algunos terremotos. Surge de mí la lava, se mueven mis placas tectónicas, retumba el piso a mis pies. Ya soy otra. Estoy cambiando para bien.
Este es un fragmento de Vida Propia, un diario en edición sobre la experiencia de convertirme en madre. Hay más fragmentos acá.
Barbara Duhau
***Ilustración maravillosa por Lucía Reynoso @losdibujosdelucia