Es increíble cómo me termino adaptando a todo. Más tarde o más temprano se vuelve normal lo que antes era una locura. Soy madre. Me siento madre. Me llamo madre. Me llaman madre. Tengo una hija. Es muy preciosa. Se ríe mucho. Tiene un mini diente. Se arrastra por el piso. Le gusta que le haga caricias en las palmas de las manos. Le divierte la intro de Gilmore Girls. Prefiere las bolsas que los juguetes. Le encanta la banana. Odia usar medias. Tiene cosquillas en las axilas y justo abajo del cuello. Me sonríe cuando me ve después de muchas horas. Toma su mamadera con las dos manos si se la dejo para ella sola. Le gusta la tele pero prefiere mirar todo lo que pasa. Se ríe con su abuela y con su bisabuela. Le molesta estar mucho tiempo en la misma posición. Hace siestas eternas con su padre. Juega con su hermano. Le intrigan mucho los gatos. Se deja chupetear por los perros. Es mi hija y todavía no lo puedo creer. Tiene vida propia.
Este es un fragmento de Vida Propia, un diario en edición sobre la experiencia de convertirme en madre.
Ilustración maravillosa por @losdibujosdelucia